Un evangeliario para nuestra Cofradía
Fotografías: Meryan Cueros de Córdoba y Cofradía
Coincidiendo con el
primer día del triduo se hizo entrega a nuestra Cofradía de un libro
evangeliario, que reproduce en sus tapas la imagen del panel del altar mayor
del Santuario de María Auxiliadora en el que se encuentra el Cristo de la Noche
Oscura. La incorporación de esta obra a nuestro patrimonio es fruto de la
donación de un hermano.
El evangeliario es el
libro litúrgico previsto exclusivamente para la proclamación del evangelio. En
la mayoría de las ocasiones para esta función se emplea comúnmente el
leccionario, en el que junto al evangelio se encuentran también las restantes
lecturas y el salmo. De hecho el uso del evangeliario se ha visto reducido en
la práctica a los templos más importantes y a las grandes solemnidades.
La ordenación litúrgica
concede notable relevancia a este elemento. Así, en el número 349 de la
Instrucción General del Misal Romano, se indica: “téngase especial cuidado de que los libros litúrgicos, principalmente
el evangeliario y el leccionario, destinados a la proclamación de la Palabra de
Dios y que por esto gozan de especial veneración, sean en la acción litúrgica
realmente signos y símbolo de las realidades sobrenaturales y, por lo tanto,
sean verdaderamente dignos, bellos y decorosos.”
Desde hace algunos años
nuestra Cofradía ha apostado por cuidar todo lo concerniente a su Fiesta
Principal. Hasta ahora en ella veníamos utilizando un leccionario para la
procesión de entrada y para momentos relevantes, como el juramento de los
hermanos mayores. Ahora se ha tratado de hacer “nuestro” evangeliario; esto es,
un soporte digno para la palabra de Dios cuya iconografía responde a un tiempo
a la universalidad de la Redención y a la singularidad de nuestra comunidad
cofrade.
El texto empleado para el
evangeliario es el tomo VII del leccionario, que incluye las lecturas del
Martes Santo junto a las de las ferias de Cuaresma y Pascua, ya que de este
modo queda asegurada su plena conformidad con la ordenación litúrgica de
nuestras celebraciones. Podríamos decir que hemos convertido un leccionario en
un evangeliario, al reservarlo para la proclamación del evangelio.
Para embellecer la obra
se ha optado por el trabajo de cordobán, que han realizado los artesanos de la
casa Meryan de Córdoba. El cordobán es una forma de curtir y trabajar la piel,
en las que se emplean diversas técnicas como el repujado, el gofrado y el
ferreteado.
El proceso,
exclusivamente hecho a mano, comienza con la selección de la piel, en este caso
piel ovina de primera calidad. Una vez decidida la composición, se procede a la
transferencia del diseño a la piel previamente humedecida, como muestra la
fotografía, a la que se le va dando perfil y volumen para marcar las imágenes.
Luego se aplica el color del cuero, la policromía y los barnices a la piel ya
labrada y consolidada para después dar unas pátinas de aceite que envejecen el
cuero y permiten perfilar las sombras y contrastes de las zonas trabajadas. En
el proceso de elaboración de nuestro evangeliario han tomado parte 4 artesanos
de Meryam.
La determinación de la
iconografía ha constituido una de las partes que ha requerido de mayor atención.
Tras estudiar diversas alternativas y dado nuestro carácter de cofradía
“peregrina” se pensó que podría resultar inspirador incorporar elementos del
altar desde el que nuestro Titular preside el Santuario de María Auxiliadora.
Todo esto ha implicado la necesidad de fotografiar el altar y cada una de las
escenas que compuso el ceramista madrileño J. M. Arroyo, en 1969. El motivo
para la portada estuvo claro desde un primer momento: la escena central que
presenta el grupo de Jesús en la Cruz, entre María y Juan.
La orla que enmarca esa
escena en el panel del altar ha inspirado la que figura en el evangeliario y sirve
para incorporar el Tetramorfos en tondos alusivos a los cuatro Evangelistas en
la portada. El uso de estas metáforas visuales tiene larga tradición en la
historia de la Iglesia. Los estudiosos han encontrado referencias que entroncan
con pasajes del Libro de Ezequiel (1, 5-10) y del Apocalipsis (4, 1-9). Ireneo
de Lyon, al final del segundo siglo, ya puso en conexión estas imágenes
zoomórficas con los Evangelistas y San Jerónimo, en el siglo IV, asoció cada
una de las representaciones animales con un Evangelista: Mateo con el ángel, ya
que su Evangelio comienza con la Encarnación; Marcos con el león, dado que su
Evangelio empieza con la figura del Bautista, que es la “voz que clama en el desierto, potente y solitaria como el rugido de un
león”; Lucas con el buey porque su
relato parte del sacrificio que realiza Zacarías, padre de San Juan Bautista; y Juan
con el águila, puesto que el contenido de su Evangelio eleva los espíritus como
un águila en su vuelo.
Para la contraportada,
que también va bellamente decorada dado que evangeliario se lleva en alto y
puede usarse para bendecir, por lo que sus dos caras resultan visibles, se ha
partido de una de las escenas representadas en el altar, concretamente la que
se encuentra en la fila inferior derecha más cercana a la escena central, la
asunción y coronación de María. En la elección han influido varias cuestiones:
la necesidad de buscar un tratamiento de las facciones y los paños similar al
de las imágenes de la portada y el que se tratara de una escena que evocara el
triunfo y la perfección de la obra redentora de Cristo tras su paso por la
tierra. También esta elección ha querido ser un homenaje a la Madre de Dios y
titular del templo en que residimos.
El conjunto se completa
con la cruz potenzada, que figura en las dos caras del libro como símbolo de la
Cofradía, junto a dos signos destinados a indicar la pervivencia del mensaje
evangélico: las letras griegas alfa (A) y omega (W), colocadas sobre el lomo como recordatorio de la
divinidad de Cristo —que junto al Padre y al Espíritu existe desde el
principio, ahora y siempre—, así como el monograma de Cristo, las letras
griegas chi (X) y rho (R), en el broche que expresa la idea
de que Él es la llave de la salvación.
El broche es de plata de
925 milésimas, tiene forma cuadrada y su diseño es románico. Ha sido repujado,
cincelando y segueteado a mano por el orfebre cordobés D. Jesús Amaro
Hernández.
A la vista del resultado
final logrado, podemos afirmar que los distintos artesanos que han intervenido
en las distintas fases del proceso (ejecución del cordobán, ejecución del
broche, encuadernación y montaje final) no se han limitado a una mera labor de
copia, sino que han hecho un verdadero trabajo de conjunción e interpretación
artísticas.
Úbeda, Cuaresma de 2015.
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