En la tarde del sábado 13 de
marzo de 2016 la Cofradía tenía convocada la segunda de las conferencias
programadas con ocasión del cincuentenario de su fundación.
El tiempo inclemente, la
coincidencia con otros actos de la agenda cofrade y, sobre todo, el entierro
del recordado don Curro (Rvdo. P. D. Francisco Larena, SDB) ese mismo día en
Sevilla, al que se desplazaron varias personas vinculadas a la Comunidad y a la
Familia salesiana, pusieron a prueba los nervios de los organizadores.
Finalmente el compromiso de muchos hermanos se sobrepuso a las circunstancias y
el acto contó con la presencia de un número relevante de cofrades y personas
interesadas, a quienes el Hermano Mayor y el propio conferenciante les
agradecieron especialmente su presencia en unas condiciones climatológicas tan
poco amables.
Junto a la mesa presidencial
figuraba en lugar destacado el cartel de la Semana Santa de Úbeda.
Oración por el P. Francisco Larena
Al comienzo del acto se tuvo
un momento de recuerdo y oración en sufragio por el alma del sacerdote
salesiano recién fallecido, que dirigió el P. Jesús Monforte y en el que quiso
destacar la huella que este hombre de Dios ha dejado en Úbeda, especialmente
entre las generaciones más jóvenes.
Perfil humano y profesional del conferenciante
A continuación tomó la
palabra nuestro hermano don Bartolomé José Martínez García para hacer una
semblanza del conferenciante. Su intervención se centró en la humanidad del
señor Santos Urbaneja, a quien definió como bueno «en el machadiano sentido de
la palabra “bueno”». Desgranó momentos
de su biografía, su amor por la música, la fuerte vinculación que mantiene
tanto con su tierra de origen (Carrión de los Condes, Palencia) como con su
tierra de acogida (Córdoba), su entrega profesional y personal a los más
vulnerables desde su puesto de Fiscal en la Audiencia provincial de la capital
de los califas –ciudad a la que llegó en 1989– y su condición de maestro de
juristas.
El camino de la humanidad hasta la cruz
Acto seguido tomó la palabra
don Fernando Santos, quien comenzó advirtiendo al auditorio de que él tenía la
costumbre de abordar los temas de lejos y por caminos no habituales. De hecho
su meditación partió de aquel primer momento en que un ser humano alzó los ojos
al cielo y pensó en la existencia de un ser superior y trascendente. Desde allí
su verbo cálido fue repasando de manera vertiginosa pasajes y momentos en ese
crecimiento de la espiritualidad del mundo, en ese descubrimiento paulatino de
Dios que ha ido haciendo la humanidad y en esa profundización en la verdad de Dios, de su verdadero rostro
misericordioso.
A través de alusiones a
poetas, pensadores e intelectuales cristianos y no cristianos de diversas
épocas don Fernando fue llegando hasta el momento supremo de la cruz, que
consideró parte de la locura de Dios,
dado que para mostrar la sobreabundancia de su amor eligió la prueba más dura,
la entrega de su propio hijo al suplicio más cruel.
El camino desde la cruz
Tomando la cruz como elemento
central de su disertación fue comentando lo que ella contiene, deteniéndose
especialmente en la idea de la «cruz como noche oscura de las almas». Allí se
sucedieron las frases como fogonazos, que consiguieron mantener alta la
atención del auditorio, entre citas de Lope de Vega, de Antonio Machado, García
Morente o Unamuno, dichas con la entonación de quien maneja excelentemente la
prosodia y con el calor y la convicción de quien cree profundamente en lo que
dice.
Con frecuentes y muy precisas
referencias a la Cofradía y a la imagen del Cristo de la Noche Oscura, la
conferencia fue fluyendo hacia su parte final, en la que don Fernando Santos
glosó la gloria de la resurrección como
consecuencia y colofón de la entrega cruz. Entre el arsenal de sus
reflexiones acudió a un bellísimo poema anónimo que reproducimos, como un
adelanto de la lectura de la conferencia, ya que el conferenciante se ha
comprometido a ponerla por escrito y remitirla a la Cofradía, momento en que la
haremos pública a través de este medio:
«Tú no has muerto Señor
Tú vas dormido
dormido sobre el aire y la madera
sobre un lecho de eterna primavera
y un sereno clavel, estremecido
Tu nos has muerto señor
nos han mentido
no se puede morir de esa manera
Morirá en sus cenizas una hoguera,
morirá un recuerdo en el olvido
morirá si se arranca una azucena.
Mas no tu amor, Señor,
cuando despiertes
del árbol de la cruz en primavera.»
Desde esa convicción profunda animó a todos a vivir una vida comprometida y con alma, que afronte con determinación y con sentido sobrenatural las noches oscuras, desde la fuerza que proporciona la vinculación con el misterio de la cruz de Cristo.
Por su calidad y relevancia el autor ha accedido amablemente a que se publique el texto íntegro para que, tanto quienes asistieron como quienes no tuvieron esa oportunidad, puedan acceder a él.
Reconocimiento por la participación
Una vez concluida la
conferencia y tras el largo aplauso de los asistentes, el Hermano Mayor hizo
entrega a don Fernando Santos de un reconocimiento por su contribución en esta
celebración de nuestro cincuentenario.
La jornada concluyó con un
encuentro con un grupo de cofrades en el que el señor Santos Urbaneja
interpretó a la guitarra algunas de las piezas que compuso para la obra
literario-musical a la que se ha hecho referencia.
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