Pronunciará la conferencia titulada «Una meditación sobre la cruz de Cristo» en el marco de los actos del cincuentenario, el Sábado, 13 de febrero, a las 20 horas, en la Sala Julio Corzo del Hospital de Santiago.
Su tarjeta de visita reza: «Fernando Santos Urbaneja, Fiscal de la
Audiencia Provincial» y siguen los consabidos datos de contacto. Tratándose de
un medio de presentación oficial, poco más ha de decir. La Audiencia Provincial es la de Córdoba.
Hasta allí llegó nuestro hombre en 1988, al poco de haber ingresado en la
Carrera Fiscal.
Él entró en Córdoba y Córdoba entró en él con fuerza. Tanta, que sin
renegar un ápice de su Carrión de los Condes natal, se considera cordobés a
tiempo completo. Es autor de varias rutas por la ciudad de los califas y un
erudito sobre su Mezquita-Catedral. Vamos, lo que en Ubedí llamaríamos un «cérrimo»,
pero en la acepción positiva.
Fernando Santos sabe mucho de muchas cosas. Es considerado una autoridad en
materia de protección de colectivos vulnerables (personas con discapacidad,
enfermedad mental, niños en riesgo) y de protección a los consumidores. Es uno
de esos fiscales que no casan nada bien con la imagen que de esta profesión
tenemos gracias –o mejor por causa- de las películas y las series de televisión
americanas. No le cuadra mucho esa imagen de acusador público a toda costa, tan
mediática y extendida.
Es un hombre que sabe de leyes pero que también tiene muy presente la prudente máxima latina «summun ius, summa iniuria» (Para lo menos habituados a los
latinajos la traducción está disponible en Wikipedia). En una entrevista que le realizó Cordópolis (publicada en
wwww.cordopolis.es, del 11 de octubre de 2015) la entrevistadora comenzaba
diciendo: «La palabra justicia suena distinta en los labios de Fernando Santos
Urbaneja...» No es mal inicio. Claro, que él tampoco defraudó, ya desde el
mismo título: «Hay leyes injustas, cada vez más»
Fernando es un humanista que sabe hacer a la perfección algo muy difícil:
Hablar a un tiempo con hondura y sencillez. Viene a este blog porque nuestra
Cofradía lo invitó a tomar parte en los actos del cincuentenario y él fue tan
amable de aceptar. Va a merecer la pena escucharlo.
A modo de presentación anticipada, ha accedido a responder a nuestras
preguntas, lo que le agradecemos.
Pregunta. Usted es, digamos, un castellanoleonés
trasplantado a tierra cordobesa. De la Semana Santa de Úbeda se dice, a veces
para alabarla y otras para lo contrario, que es más castellana que andaluza.
Viene usted a disertar sobre la cruz de Cristo ¿Qué debemos esperar, una visión
castellana o andaluza?
Respuesta. En esta ocasión mi mirada va a alzarse por encima de un territorio concreto, en busca de una visión «universal» sobre el significado de la Cruz. En este sentido quiero señalar, que no he preparado lo que podríamos identificar como un Pregón de Semana Santa, sino una reflexión sobre la amorosa mirada de Dios hacia los hombres, con la Cruz como culminación de la misma.
Diré, no obstante que entre mis proyectos de futuro tengo abiertas dos carpetas: Una de ellas se titula «Pregón para una Semana Santa del Norte»; la otra «Pregón para una Semana del Sur». Con ello pretendo ahondar en las importantes diferencias existentes entre una y otra.
Diré, no obstante que entre mis proyectos de futuro tengo abiertas dos carpetas: Una de ellas se titula «Pregón para una Semana Santa del Norte»; la otra «Pregón para una Semana del Sur». Con ello pretendo ahondar en las importantes diferencias existentes entre una y otra.
P. Estudió usted Derecho en Valladolid, donde la Semana Santa es una
referencia importante. ¿Tuvo ocasión de frecuentar el ambiente cofrade? ¿Ha tenido esa oportunidad en Córdoba?
R. En Valladolid el contacto con el
ambiente cofrade fue limitado. Como miembro de la Coral Vallisoletana asistí a
algunos solemnes actos de exaltación cofrade en los que se cantaba polifonía
religiosa o incluso algún fragmento de Oratorios, con la orquesta Ciudad de
Valladolid. A nivel más trivial, tuve ocasión de participar algún año en el
torneo de fútbol que antes de Semana Santa organizaban las Cofradías. Yo jugaba
con «La Cena».
Por supuesto tuve ocasión de contemplar durante estos
años las salidas procesionales de las Cofradías y admirar la calidad de las
obras que portan en sus pasos.
En Córdoba todo ha sido muy diferente. Desde el comienzo
quedé prendado por la procesión del Cristo del Remedio de Ánimas. Me causó una
impresión indeleble este majestuoso Cristo de silencio. Después me interesó
todo, hasta el punto que algunos años he sido requerido por Canal Sur Córdoba
como comentarista de la Semana Santa cordobesa.
P. Y vistos desde el prisma de quien sólo ha tenido
encuentros ocasiones con el mundo cofrade ¿cómo cree que somos? ¿cómo nos ve?
R. Lo primero que tengo que decir es que os miro, os
he mirado mucho. Tengo la suerte de compartir dos culturas; la castellana de mi
naturaleza y la andaluza de mi vecindad. Esto me ha enriquecido muchísimo. Me
surgen preguntas y aventuro respuestas.
La estética andaluza me fascina. Es como un precipitado
de maravillas que convergen en un momento, en un lugar: madera, flor, incienso,
vela, saeta, luna, silencio, farol, manto, música, esquina, varal… y así podría
seguir casi hasta el infinito.
La ética me convence. Cuando llegué a Andalucía me sentí
un privilegiado. Este es un sentimiento que renuevo día a día. Desde el primer
momento, un descomunal respeto, aunque no entendiese nada o poco. Cuando las
cosas se hacen de una determinada manera durante siglos debe ser por algo. Hoy
puedo decir que lo que veo «es verdad», hay mucha verdad en la Semana Santa
andaluza, ética y estética se conjugan y armonizan en un solo espíritu. Y este
espíritu es verdadero. Así os veo.
P. Por su trabajo usted debe encontrarse con muchas cruces, la enfermedad mental, la discapacidad,
los niños en desamparo... ¿En qué medida esa realidad que conoce tan de cerca
le han llevado a reflexionar sobre la cruz de Cristo?
R. Verdaderamente, debajo del puente de la
Administración de Justicia, de los Juzgados y Tribunales, pasan todos los
dolores, todas las frustraciones, los miedos, las heridas, en definitiva, todas
las cruces. Profesionalmente ello me da oportunidad de acompañar a algunos
sufrientes, aliviar algún dolor y, si no evitar la injusticia, que ésta no lo
sea en grado sumo.
P. ¿Cree usted que hablar de la cruz en 2016 puede
tener tirón fuera del mundo de los convencidos o estamos ante un tema sólo para
los muy forofos?
R. La vida tiene un sentido, pero mucha gente no lo
sabe. Muchas personas andan «perdidas» aunque de esto tampoco son conscientes.
La Cruz de Cristo otorga un sentido a la vida de los hombres. Cualquier persona
que esté buscando luz, se entusiasmará con su encuentro.
P. En una de sus intervenciones ha dicho,
refiriéndose a la crisis que no acaba de superarse, «lo económico engulle todo
lo demás... un agujero negro por donde se van las ilusiones de la gente, las
viviendas, el trabajo de los jóvenes... un agujero insaciable...» No suena muy esperanzador, la
verdad...
R. Han sido unos años terribles, sobre todo para un
segmento concreto de la población. Hace un mes vino a verme a Fiscalía una
representación de la Asociación Andaluza de Barrios Ignorados. Venían pidiendo
«amparo». Sus relatos eran la crónica de la desesperación espesa. La
constatación de estas realidades debe hacer surgir la natural indignación, que
active los mecanismos para conseguir que las cosas cambien, que la injusticia
se pare y retroceda.
P. En 2006 pronunció usted la XIII Sentencia Romana
de Montilla, que organiza la Centuria Romana Munda, de aquella localidad. Por
cierto que su presentador fue el entonces Ministro de Asuntos Exteriores, D.
Miguel Ángel Moratinos. Pronunciar la sentencia de Cristo. ¿No se le hizo muy
cuesta arriba?
R. Pues no, no se me hizo cuesta arriba. Quien lo
pasó muy mal fue mi madre que me decía insistentemente ¡Cómo vas a condenar a
Cristo! A mi daba un poco la risa, ¡Cómo
que yo tuviese esa facultad!, Sólo rememoramos un hecho histórico. Como la vi
tan angustiada encomendé la tarea a un Jurado Popular de nueve miembros de los
cuales siete emitieron veredicto condenatorio y dos exculpatorio.
P. Buena salida, de jurista fino... ¿Y
en el juicio a Jesús, en su opinión, qué falló, las leyes o los hombres?
R. Claramente fallaron los hombres y claramente
funcionaron las leyes. Precisamente porque funcionaron las leyes procesales,
tanto en el previo juicio judío ante el Sanedrín, como en el posterior romano
ante Pilatos, las cosas se complicaron y hubo que torcer la ley para conseguir
el propósito de los hombres. Pilatos intentó salvar a Jesucristo, hasta que
advirtió que ello podría comprometer su carrera. Entonces antepuso su interés a
la Justicia.
P. Esta pregunta es un poco dura, pero ahí va: ¿En su
tarea profesional ha sentido alguna vez que tomaba parte en algo que no sentía
como justo? Y, si se ha dado el caso, ¿qué ha hecho?
R. La pregunta no me resulta dura. Nuestra función
en la Administración de Justicia no es seguir los dictados de nuestro corazón, entre
otras cosas porque estoy no sería garantía ni de acierto ni de Justicia. Como
Fiscal tengo el deber de conocer las leyes y tomarlas como lo que son,
manifestación de la soberanía popular expresada por sus legítimos
representantes. Esto merece todo el respeto. Por supuesto las leyes admiten su
interpretación con los criterios que la propia ley nos suministra. En algunas
ocasiones, al final de este proceso, toca aplicar leyes que bien no permiten
reparar la injusticia, bien acrecientan la injusticia, etcétera. Se vive con
amargura.
Yo lo que hago es escribir, poner de relieve su
nocividad, hacer propuestas alternativas. La verdad es que no estoy descontento
del resultado de esta actividad. Muchos proyectos de ley no han llegado a ver
la luz y algunas leyes que se promulgaron, con el tiempo han sido corregidas.
P. Nuestra Cofradía lleva un título de evidentes
resonancias sanjuanistas y sabemos que usted tiene en alta consideración su
poética. ¿Puede adelantarnos si el copatrón de nuestra ciudad tendrá algún
papel destacado en su intervención?
R. Verdaderamente admiro a San Juan de la Cruz, en
mi opinión el mejor poeta en lengua castellana. No va a haber en la
intervención muchas referencias expresas a San Juan de la Cruz pero es evidente
que su espíritu va a impregnar toda la reflexión sobre la Cruz como evocación
de la noche oscura de cualquier persona.
P. Durante sus años vallisoletanos simultaneó sus
estudios de derecho con los estudios musicales de armonía, guitarra y canto.
Repetimos una pregunta que ya le han formulado en otro lugar ¿Eso fue para
compensar?
R. La música fue antes que el Derecho, la música
fue antes que la profesión de Fiscal. Yo digo que la música pertenece a mi
«esencia», ser Fiscal a mi «circunstancia». Si Dios me da salud y alcanzo la
jubilación, la música seguirá estando conmigo. Dicho esto, evidentemente, la
música es un bálsamo contra la amargura que a veces produce el ejercicio
profesional.
P.- Muchas gracias por su disponibilidad. Antes de
concluir háganos un último favor. Pónganos un poquito la miel en los labios
para que se nos acrecienten las ganas de acudir a su conferencia el próximo
sábado.
R. Quizás una característica mía es que hablo de lo
que nadie espera que hable. Me dicen que mis planteamientos son muy originales,
tanto que me di cuenta que al principio de mis conferencias muchas personas se
angustiaban porque creían que me he equivocado de conferencia y pensaban… «Que
alguien le diga a este hombre que la conferencia iba sobre...». Para evitar
esto ahora, al principio suelo decir que sé la conferencia que tengo que dar
pero el camino de abordarla quizás no sea el esperado.
Gracias de nuevo, don Fernando. Un placer. Esperamos entonces a que nos
sorprenda el sábado próximo, en el Hospital de Santiago de Úbeda.
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