lunes, 8 de febrero de 2016

Entrevista a Fernando Santos Urbaneja: «Hay mucha verdad en la Semana Santa andaluza»

Pronunciará la conferencia titulada «Una meditación sobre la cruz de Cristo» en el marco de los actos del cincuentenario, el Sábado, 13 de febrero, a las 20 horas, en la Sala Julio Corzo del Hospital de Santiago. 


Su tarjeta de visita reza: «Fernando Santos Urbaneja, Fiscal de la Audiencia Provincial» y siguen los consabidos datos de contacto. Tratándose de un medio de presentación oficial, poco más ha de decir.  La Audiencia Provincial es la de Córdoba. Hasta allí llegó nuestro hombre en 1988, al poco de haber ingresado en la Carrera Fiscal.

Él entró en Córdoba y Córdoba entró en él con fuerza. Tanta, que sin renegar un ápice de su Carrión de los Condes natal, se considera cordobés a tiempo completo. Es autor de varias rutas por la ciudad de los califas y un erudito sobre su Mezquita-Catedral. Vamos, lo que en Ubedí  llamaríamos  un «cérrimo», pero en la acepción positiva.

Fernando Santos sabe mucho de muchas cosas. Es considerado una autoridad en materia de protección de colectivos vulnerables (personas con discapacidad, enfermedad mental, niños en riesgo) y de protección a los consumidores. Es uno de esos fiscales que no casan nada bien con la imagen que de esta profesión tenemos gracias –o mejor por causa- de las películas y las series de televisión americanas. No le cuadra mucho esa imagen de acusador público a toda costa, tan mediática y extendida.

Es un hombre que sabe de leyes pero que también tiene muy presente la  prudente máxima latina «summun ius, summa iniuria» (Para lo menos habituados a los latinajos la traducción está disponible en Wikipedia).  En una entrevista que le realizó Cordópolis (publicada en wwww.cordopolis.es, del 11 de octubre de 2015) la entrevistadora comenzaba diciendo: «La palabra justicia suena distinta en los labios de Fernando Santos Urbaneja...» No es mal inicio. Claro, que él tampoco defraudó, ya desde el mismo título: «Hay leyes injustas, cada vez más»  

Fernando es un humanista que sabe hacer a la perfección algo muy difícil: Hablar a un tiempo con hondura y sencillez. Viene a este blog porque nuestra Cofradía lo invitó a tomar parte en los actos del cincuentenario y él fue tan amable de aceptar. Va a merecer la pena escucharlo.

A modo de presentación anticipada, ha accedido a responder a nuestras preguntas, lo que le agradecemos.


Pregunta. Usted es, digamos, un castellanoleonés trasplantado a tierra cordobesa. De la Semana Santa de Úbeda se dice, a veces para alabarla y otras para lo contrario, que es más castellana que andaluza. Viene usted a disertar sobre la cruz de Cristo ¿Qué debemos esperar, una visión castellana o andaluza?

Respuesta. En esta ocasión mi mirada va a alzarse por encima de un territorio concreto, en busca de una visión «universal» sobre el significado de la Cruz. En este sentido quiero señalar, que no he preparado lo que podríamos identificar como un Pregón de Semana Santa, sino una reflexión sobre la amorosa mirada de Dios hacia los hombres, con la Cruz como culminación de la misma.

Diré, no obstante que entre mis proyectos de futuro tengo abiertas dos carpetas: Una de ellas se titula «Pregón para una Semana Santa del Norte»; la otra «Pregón para una Semana del Sur». Con ello pretendo ahondar en las importantes diferencias existentes entre una y otra.


P. Estudió usted Derecho en Valladolid, donde la Semana Santa es una referencia importante. ¿Tuvo ocasión de frecuentar el ambiente cofrade?  ¿Ha tenido esa oportunidad en Córdoba?

R. En Valladolid el contacto con el ambiente cofrade fue limitado. Como miembro de la Coral Vallisoletana asistí a algunos solemnes actos de exaltación cofrade en los que se cantaba polifonía religiosa o incluso algún fragmento de Oratorios, con la orquesta Ciudad de Valladolid. A nivel más trivial, tuve ocasión de participar algún año en el torneo de fútbol que antes de Semana Santa organizaban las Cofradías. Yo jugaba con «La Cena».

Por supuesto tuve ocasión de contemplar durante estos años las salidas procesionales de las Cofradías y admirar la calidad de las obras que portan en sus pasos.

En Córdoba todo ha sido muy diferente. Desde el comienzo quedé prendado por la procesión del Cristo del Remedio de Ánimas. Me causó una impresión indeleble este majestuoso Cristo de silencio. Después me interesó todo, hasta el punto que algunos años he sido requerido por Canal Sur Córdoba como comentarista de la Semana Santa cordobesa.

P. Y vistos desde el prisma de quien sólo ha tenido encuentros ocasiones con el mundo cofrade ¿cómo cree que somos? ¿cómo nos ve?

R. Lo primero que tengo que decir es que os miro, os he mirado mucho. Tengo la suerte de compartir dos culturas; la castellana de mi naturaleza y la andaluza de mi vecindad. Esto me ha enriquecido muchísimo. Me surgen preguntas y aventuro respuestas.

La estética andaluza me fascina. Es como un precipitado de maravillas que convergen en un momento, en un lugar: madera, flor, incienso, vela, saeta, luna, silencio, farol, manto, música, esquina, varal… y así podría seguir casi hasta el infinito.

La ética me convence. Cuando llegué a Andalucía me sentí un privilegiado. Este es un sentimiento que renuevo día a día. Desde el primer momento, un descomunal respeto, aunque no entendiese nada o poco. Cuando las cosas se hacen de una determinada manera durante siglos debe ser por algo. Hoy puedo decir que lo que veo «es verdad», hay mucha verdad en la Semana Santa andaluza, ética y estética se conjugan y armonizan en un solo espíritu. Y este espíritu es verdadero. Así os veo.


P. Por su trabajo usted debe encontrarse con muchas cruces, la enfermedad mental, la discapacidad, los niños en desamparo... ¿En qué medida esa realidad que conoce tan de cerca le han llevado a reflexionar sobre la cruz de Cristo?

R. Verdaderamente, debajo del puente de la Administración de Justicia, de los Juzgados y Tribunales, pasan todos los dolores, todas las frustraciones, los miedos, las heridas, en definitiva, todas las cruces. Profesionalmente ello me da oportunidad de acompañar a algunos sufrientes, aliviar algún dolor y, si no evitar la injusticia, que ésta no lo sea en grado sumo.


P. ¿Cree usted que hablar de la cruz en 2016 puede tener tirón fuera del mundo de los convencidos o estamos ante un tema sólo para los muy forofos?

R. La vida tiene un sentido, pero mucha gente no lo sabe. Muchas personas andan «perdidas» aunque de esto tampoco son conscientes. La Cruz de Cristo otorga un sentido a la vida de los hombres. Cualquier persona que esté buscando luz, se entusiasmará con su encuentro.


P. En una de sus intervenciones ha dicho, refiriéndose a la crisis que no acaba de superarse, «lo económico engulle todo lo demás... un agujero negro por donde se van las ilusiones de la gente, las viviendas, el trabajo de los jóvenes... un agujero insaciable...» No suena muy esperanzador, la verdad...

R. Han sido unos años terribles, sobre todo para un segmento concreto de la población. Hace un mes vino a verme a Fiscalía una representación de la Asociación Andaluza de Barrios Ignorados. Venían pidiendo «amparo». Sus relatos eran la crónica de la desesperación espesa. La constatación de estas realidades debe hacer surgir la natural indignación, que active los mecanismos para conseguir que las cosas cambien, que la injusticia se pare y retroceda.


P. En 2006 pronunció usted la XIII Sentencia Romana de Montilla, que organiza la Centuria Romana Munda, de aquella localidad. Por cierto que su presentador fue el entonces Ministro de Asuntos Exteriores, D. Miguel Ángel Moratinos. Pronunciar la sentencia de Cristo. ¿No se le hizo muy cuesta arriba?

R. Pues no, no se me hizo cuesta arriba. Quien lo pasó muy mal fue mi madre que me decía insistentemente ¡Cómo vas a condenar a Cristo!  A mi daba un poco la risa, ¡Cómo que yo tuviese esa facultad!, Sólo rememoramos un hecho histórico. Como la vi tan angustiada encomendé la tarea a un Jurado Popular de nueve miembros de los cuales siete emitieron veredicto condenatorio y dos exculpatorio.


P. Buena salida, de jurista fino... ¿Y en el juicio a Jesús, en su opinión, qué falló, las leyes o los hombres?

R. Claramente fallaron los hombres y claramente funcionaron las leyes. Precisamente porque funcionaron las leyes procesales, tanto en el previo juicio judío ante el Sanedrín, como en el posterior romano ante Pilatos, las cosas se complicaron y hubo que torcer la ley para conseguir el propósito de los hombres. Pilatos intentó salvar a Jesucristo, hasta que advirtió que ello podría comprometer su carrera. Entonces antepuso su interés a la Justicia.


P. Esta pregunta es un poco dura, pero ahí va: ¿En su tarea profesional ha sentido alguna vez que tomaba parte en algo que no sentía como justo? Y, si se ha dado el caso, ¿qué ha hecho?

R. La pregunta no me resulta dura. Nuestra función en la Administración de Justicia no es seguir los dictados de nuestro corazón, entre otras cosas porque estoy no sería garantía ni de acierto ni de Justicia. Como Fiscal tengo el deber de conocer las leyes y tomarlas como lo que son, manifestación de la soberanía popular expresada por sus legítimos representantes. Esto merece todo el respeto. Por supuesto las leyes admiten su interpretación con los criterios que la propia ley nos suministra. En algunas ocasiones, al final de este proceso, toca aplicar leyes que bien no permiten reparar la injusticia, bien acrecientan la injusticia, etcétera. Se vive con amargura.

Yo lo que hago es escribir, poner de relieve su nocividad, hacer propuestas alternativas. La verdad es que no estoy descontento del resultado de esta actividad. Muchos proyectos de ley no han llegado a ver la luz y algunas leyes que se promulgaron, con el tiempo han sido corregidas.


P. Nuestra Cofradía lleva un título de evidentes resonancias sanjuanistas y sabemos que usted tiene en alta consideración su poética. ¿Puede adelantarnos si el copatrón de nuestra ciudad tendrá algún papel destacado en su intervención?

R. Verdaderamente admiro a San Juan de la Cruz, en mi opinión el mejor poeta en lengua castellana. No va a haber en la intervención muchas referencias expresas a San Juan de la Cruz pero es evidente que su espíritu va a impregnar toda la reflexión sobre la Cruz como evocación de la noche oscura de cualquier persona.


P. Durante sus años vallisoletanos simultaneó sus estudios de derecho con los estudios musicales de armonía, guitarra y canto. Repetimos una pregunta que ya le han formulado en otro lugar ¿Eso fue para compensar?

R. La música fue antes que el Derecho, la música fue antes que la profesión de Fiscal. Yo digo que la música pertenece a mi «esencia», ser Fiscal a mi «circunstancia». Si Dios me da salud y alcanzo la jubilación, la música seguirá estando conmigo. Dicho esto, evidentemente, la música es un bálsamo contra la amargura que a veces produce el ejercicio profesional.



P.- Muchas gracias por su disponibilidad. Antes de concluir háganos un último favor. Pónganos un poquito la miel en los labios para que se nos acrecienten las ganas de acudir a su conferencia el próximo sábado.

R. Quizás una característica mía es que hablo de lo que nadie espera que hable. Me dicen que mis planteamientos son muy originales, tanto que me di cuenta que al principio de mis conferencias muchas personas se angustiaban porque creían que me he equivocado de conferencia y pensaban… «Que alguien le diga a este hombre que la conferencia iba sobre...». Para evitar esto ahora, al principio suelo decir que sé la conferencia que tengo que dar pero el camino de abordarla quizás no sea el esperado.


Gracias de nuevo, don Fernando. Un placer. Esperamos entonces a que nos sorprenda el sábado próximo, en el Hospital de Santiago de Úbeda. 


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