Hoy es la mañana del sábado
12 de marzo de 2016 y de nuevo estamos en Santa María. Ayer vivimos el hecho
excepcional del solemne viacrucis claustral extraordinario conmemorativo del
cincuentenario de la fundación de nuestra Cofradía Penitencial del Cristo de la
Noche Oscura. Cansados, pero pletóricos por lo vivido, recordamos todos y cada
uno de los momentos singulares del acto. No sabríamos decir con cuál de ellos
nos quedamos; mejor dicho, nos quedamos con todos ellos: desde la aparición de
todas las cruces de guía y su disposición arropando el Presbiterio, hasta el
discurrir del Cristo por toda la nave y claustro acompañado con esa música de
capilla, realizando estación en cada una de las cruces de nuestras hermandades.
¡Qué decir de la composición musical realizada por Cristóbal López Gándara y su
interpretación por la Agrupación Coral Ubetense! ¡Qué momento sublime de oración ante lo
escrito por Ramón Molina! ¡Qué profunda la meditación del Cardenal Amigo! ¿Seríamos
capaces de prescindir de algo?
Cristo de la Noche Oscura con un velo blanco en la XV Estación del Víacrucis Extraordinario - Fotografía: Luis Cobo Soto |
Efectivamente, todo está
como lo dejamos. María en su Soledad ha velado el cuerpo de su Hijo durante
toda la noche. Todavía sobre él encontramos la tela con la que se quiso
representar que Cristo ya estaba en el sepulcro. Por su trasparencia, era como
un estar y no estar. Era la representación de la soledad de una Madre. Jesús
sigue situado sobre el espléndido catafalco y la mirada de María, convencida de
que todo no ha acabado aquí, a pesar de derramar sus últimas lágrimas, vive en la esperanza de
la resurrección.
Pero muchas veces, las cosas
grandes son efímeras; quizá para que queden en el recuerdo grabadas para
siempre. Lo que se vivió con el Viacrucis permanecerá en el recuerdo de los que
lo vivimos y hoy tocaba devolver todo a
su situación inicial.
No habían abierto aún las
puertas de la Basílica cuando ya estaban esperando los hijos sanmillaneros poder entrar para recoger
su más preciado tesoro. La Virgen de La Soledad debía volver a su sede. No es
de extrañar la premura pues sabemos que la historia les ha jugado alguna mala
pasada con su Virgen y no querían que pasara más tiempo sin su presencia. En
esta ocasión todo era distinto pero aún así la Virgen debía volver cuanto antes
a San Millán.
El Cristo de la Noche Oscura
se reservó junto al templete del Corpus Christi, en la Antesacristía, y La
Soledad se situó sobre sus andas. A golpe de campana la Virgen fue levantada y
comenzó a andar hacia la salida de la Basílica, sabiendo que cada vez era un
poco más de San Millán, despidiéndose de su Hijo.
Un radiante sol saludó a la
Señora cuando finalmente traspasó la «Puerta de la Anunciación». En esos
momentos, se escuchó: «¡Mirad que cara se le ha puesto a la Virgen cuando mira
hacia San Millán!»- La Cofradía de la
Noche Oscura quiso acompañar a la Cofradía de la Soledad en el retorno de la
Virgen hacia su sede. Situándonos al final, junto con la bandera y la
presidencia, avanzamos por la Plaza de Vázquez de Molina, teniendo como marco
incomparable la Sacra Capilla del Salvador.
Luego vinieron Baja del Salvador, Plaza de Santa Lucía y
Muralla de San Millán y, por fin, la Cuesta de Aguirre hasta llegar a
Llana de San Millán, con el centenario templo que hacía repicar sus campanas en
señal de júbilo.
La Virgen de la Soledad ya
estaba de nuevo en su casa. Todo se
había cumplido. Lo imperecedero: la hermandad entre dos Cofradías, las
vivencias compartidas, los proyectos con un destino común.
Fotografía: José A. Ruiz |
Las tareas de desmontaje
continuaron a lo largo de la mañana. Las imágenes de San Juan de la Cruz y de
San Juan Bosco, traídas respectivamente desde el Colegio Salesiano y desde el
Convento de los Padres Carmelitas, para expresar la vinculación con esos dos
carismas que tiene nuestra hermandad fueron devueltas a los lugares donde
habitualmente se veneran.
Ya por la tarde, la Cofradía
celebró el tercer día del triduo. Un grupo de cofrades, numeroso para lo que
suele ser habitual, acudió al templo para participar en la misa que estuvo
presidida por el Rector in solidum de
la Basílica, D. Juan Raya. Al finalizar la eucaristía los presentes abarrotaron
la antesacristía para rezar la Oración al Cristo de la Noche Oscura, con lo que
se puso fin al triduo de este año jubilar.
Francisco Cayola
Cortés*
*Nuestro hermano colaboró en la
organización del Viacrucis claustral extraordinario, también preparó en 2011 el
Viacrucis del Martes Santo.
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