Nuestro
cincuentenario concluye con la alegría de la resurrección. Estamos alegres por
todo lo vivido y porque la entrega de Cristo en la cruz sigue dando frutos de
vida y de amor.
Aún sentimos el calor de la
llama del cirio pascual, la luz de Cristo, que se ha encendido esta noche en el
Santuario de María Auxiliadora. Aún resuenan en nuestros oídos las voces del
Coro del Colegio Salesiano cantando la gloria de Dios; voces alegres que saben
transmitir como pocas el gozo por la llegada de la pascua, por la victoria del
Señor sobre la muerte.
Esto es algo que no debemos
olvidar, el sacrificio de Cristo cobra su verdadero sentido a la luz de su
resurrección. Nosotros no vemos en el Crucificado sólo el relato de una entrega
hasta las últimas consecuencias, sino también una prenda de esperanza. Por eso
entendemos la cruz como un adelanto de esa alegría de la resurrección, porque
nuestra fe nos enseña que la una conduce a la otra.
Las celebraciones de nuestro
cincuentenario han concluido de esta manera, sumándonos a la alegría de la Iglesia. Alegría
por la resurrección del Señor, «Resurrexit
sicut dixit» hemos leído desde niños los ubetenses en los banderines de la Cofradía del Resucitado,
y alegría jubilar en el Año Santo extraordinario de la Misericordia , que ha
sido para nosotros una referencia cotidiana.
Durante el tiempo que ha ido
desde la Fiesta
principal de 2015 a
este Domingo de Resurrección de 2016 nos hemos esforzado en programar una serie
de actos teniendo presente la experiencia y la realidad de nuestra Cofradía a
lo largo de 50 años. Actos en clave particular, sí, pero con una perspectiva
general. Actos que hemos organizado sobre una serie de ejes con los que hemos
pretendido atender a la raíz sanjuanista de nuestra advocación y la vinculación
con el Carmelo Descalzo, profundizar en nuestra fraternidad con la Familia salesiana, saber
más de la figura del escultor de nuestra sagrada imagen, y reflexionar sobre la
centralidad del misterio de la cruz para nuestra vida cristiana.
Hemos querido tener los
actos justos, pero buscando que cada uno de ellos tuviera un contenido propio y
un sentido en el conjunto. Hemos querido hacer todo esto sobre la clave de la
unidad. Unidad de los cofrades, que para algo somos una hermandad, y unidad con
las cofradías a las que estamos vinculados. Los dos ejemplos más relevantes de
esto son el Encuentro de Cofradías y hermandades salesianas, que celebramos en
Úbeda en noviembre pasado, y en la dimensión estrictamente ubetense, la
celebración del Viacrucis claustral extraordinario del pasado 11 de marzo.
Desde el principio quisimos
que nuestra celebración jubilar lo fuera también de todos, porque nos
consideramos parte de una familia cofrade que ha de alegrarse con las alegrías
de cada uno de sus miembros. Por eso también quisimos, y nunca podremos
corresponder cumplidamente a regalo semejante, que la Madre de la Soledad estuviera junto al
Cristo de la Noche Oscura
en ocasión tan singular, para significar que esta celebración no era sólo
nuestra sino de todos y junto a ambos las Cofradías ubetenses como una piña.
Entre las imágenes que
permanecerán más hondas en nuestra memoria hay una que expresa muy bien esta
idea: es la que de la cruces, pendones y estandartes de las corporaciones
participantes en el Viacrucis claustral extraordinario, delante del presbiterio
de Santa María junto al altar con el Cristo de la Noche Oscura y su Madre de la Soledad , mientras se
recitaba la oración de envío de los hitos estacionales.
A lo largo de este
cincuentenario hemos tenido que llamar a mucha puertas para solicitar la
colaboración de unos y de otros. Lo cierto es que hemos recibido en la práctica
totalidad de los casos una respuesta ilusionada y generosa. Esto nos emociona y
nos deja en deuda con tantas personas y colectivos a los que debemos mostrar
nuestro agradecimiento: a los hermanos que han participado en los diferentes
actos, a las cofradías y a los muchos cofrades que en ellas se integran que se
han sumado a los mismos, a la
Unión de Cofradías de Semana Santa, al Cardenal Amigo, a
Nuestro Obispo D. Ramón del Hoyo y al Vicario General de la Diócesis , D.
Francisco Juan Martínez Rojas, a la Comunidad
Salesiana de Úbeda, a la entera Familia Salesiana, al Arcipreste de Úbeda, D. Antonio Vela, a los sacerdotes
que nos han acompañado en los diversos actos, a la Basílica de Santa
María, a la Sacra ,
Capilla de el Salvador, al Ayuntamiento, a Diez TV, a la Agrupación Coral
Ubetense, al Quinteto de Viento de la «Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de
Gracia», a Marcelo Góngora, a Pablo Tito, a Felipe Toral, a Fernando Santos
Urbaneja, al Coro del Colegio Santo Domingo Savio, al Grupo Polifónico San Juan
de la Cruz ,
a la Comunidad
de Padres Carmelitas Descalzos y a tantas personas como se han vinculado de una
u otra forma a estas celebraciones.
También en este año hemos
visto como varios hermanos partían hacia la Casa del Padre.
Queremos recordar en este momento a nuestro Miguel Ángel López Cordero, Vocal
de Manifestaciones Públicas de la Cofradía,
que aun en las circunstancias más difíciles se mantuvo al tanto de los actos
del cincuentenario, nos animó y acompañó en espíritu. Que nuestro hermano
Miguel Ángel y todos los hermanos difuntos descansen en la paz del Señor y
puedan celebrar con Él la
Pascua perpetua de su cercanía y amistad.
Ahora nos toca seguir
adelante. Confiamos en que el cincuentenario haya supuesto un revulsivo para
nuestra vida de hermandad y para cuantos lo hemos podido vivir. Ahora nos toca
comenzar a escribir la historia de los próximos cincuenta años.
Que Dios nos bendiga y
bendiga también a quienes en el futuro vengan hasta nosotros para ser parte de
esta hermandad.
¡Felices Pascuas a todos,
queridos hermanos en el Cristo de la Noche
Oscura !
Diego Jiménez Lindez
Hermano Mayor
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