“Breve
reflexión sobre la cruz”
Hace unos días tuve la
oportunidad de contemplar de nuevo el dibujo original en miniatura de Cristo
crucificado, realizado por San Juan de la Cruz, que se conserva en la austera y
pequeña sala museo del convento de la Encarnación de Ávila. Y observando sus
trazos, inspiradores no sólo del famoso Cristo de Dalí, sino también de nuestra
bella imagen del Cristo de la Noche Oscura, sentí un profundo deseo de dar
testimonio en alto y reflexionar brevemente en torno a la Cruz, símbolo del
cristianismo. Pero no como motivo plástico y artístico de nuestra cultura, sino
como manifestación del amor de Dios.
Preguntándome entendí una
vez más cómo el suplicio de la crucifixión, tan infamante, escandaloso y
obsceno, se erige en verdadero misterio de redención. No porque haya sido Dios,
que es todo misericordia, el que ha buscado la crucifixión de su Hijo para
salvarnos, sino porque ha querido manifestar a través de Jesús su amor infinito
a los hombres, incluso cuando es rechazado por éstos. La Cruz no es sino la
consecuencia del rechazo que Jesús encuentra al actuar movido por el amor
incondicional de Dios a los hombres. «No es la sangre la que nos ha salvado,
sino el amor de Dios que no se detiene ante ella».
Es pues contemplando la cruz
donde puede comprenderse la verdad de que «Dios es amor» (Jn 4,8). Jesús así lo
entendió desde un principio. Por obediencia al Padre y por amor al género
humano, se implicó y nos unió, ofreciéndonos su salvación. Así lo dijo a sus
discípulos en la parábola de la vid verdadera: «Nadie tiene amor más grande que
quien da la vida por sus amigos» (Jn, 15,13). Y así lo prometió, tras su
entrada en Jerusalén, a unos griegos que habían acudido a celebrar la fiesta de
la Pascua: «Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos
hacia mí» (Jn 12,32).
Si la salvación está en el
camino de la cruz, si la cruz nos muestra el amor que Dios siente por todos
nosotros, los que hemos sido salvados hemos sido llamados y atraídos por Jesús,
y estamos convocados a celebrar y rememorar tan trascendental sacrificio. Que
mejor ocasión para dar testimonio de nuestra fe que la que nos ofrece en
fraternal comunidad la Cofradía Penitencial del Cristo de la Noche Oscura el
próximo viernes 11 de marzo en el Viacrucis claustral extraordinario por el
cincuentenario de su fundación, a celebrar en la Basílica Menor de Santa María
de los Reales Alcázares, y que estará presidido por Su Emma. Rvdma. Cardenal
presbítero y Arzobispo emérito de Sevilla Don Carlos Amigo Vallejo.
Mi condición de cristiano, de
cofrade y la coherencia en la fe que profeso me llaman a estar allí. Espero y
deseo fervientemente que tú también compartas con el Cristo de la Noche Oscura
y con su madre María en su soledad tan sentido y devoto momento.
Francisco Jurado Ruiz*
*Nuestro hermano colabora con la
organización del Viacrucis claustral extraordinario.
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